Imposición de un arancel climático para proteger las empresas europeas ante las importaciones
Durante este último año, la Comisión Europea ha implementado una serie de medidas para conseguir el conocido “Objetivo 55”, que pretende reducir las emisiones en al menos el 55% antes de 2030 para dirigirse hacia la neutralidad climática. Dada la emergencia climática ante la que nos encontramos, Europa se ve obligada a aplicar medidas más drásticas.
Ayer, 13 de diciembre, la UE propuso una novedad: un arancel climático que gravará las importaciones de los productos que produzcan dióxido de carbono. Podemos decir que nos encontramos ante el primer arancel climático del mundo y se aplicará a partir del octubre de 2023. Se considerarán productos contaminantes el acero, el hierro, el cemento, fertilizantes el aluminio, la electricidad y el hidrógeno. Por lo que las empresas importadoras de estos productos deberán comprar certificados para cubrir las emisiones de CO2.
"Se trata del primer arancel climático del mundo y se aplicará a partir del octubre de 2023"
De este modo se conseguirá igualar las oportunidades de las empresas nacionales con las extranjeras, ya que las españolas ya estaban obligadas a comprar permisos del mercado de carbono en el caso de que contaminaran. Cabe destacar que tan solo estarán exentas las empresas que puedan demostrar que esos contaminantes ya han sido contabilizados por la legislación climática del país productor.
Hay que tener en cuenta que hasta día de hoy, antes de la imposición de este arancel, la Unión Europea ha otorgado permisos de dióxido de carbono gratuitos a la industria nacional con el fin de proteger a las empresas de la competencia externa.
En las negociaciones, el Parlamento Europeo ha presionado para expandir el número de sectores cubiertos por el impuesto más allá de lo que había planteado la Comisión Europea en 2021. En cuanto a los productos contaminantes se considera incluir los químicos orgánicos y plásticos, que se terminará de evaluar antes del final de período de transición. También se pretende añadir, solo bajo ciertas circunstancias, las emisiones indirectas causadas por la producción de la energía utilizada en el proceso de fabricación.
Esta medida no se ha implementado antes debido a la incertidumbre y miedo hacia la reacción de las empresas extranjeras. Esta problemática, conocida como la fuga de carbono, se debe a la posibilidad de que estas abandonen la UE y vayan a países en lo que no existe este mercado de carbono y, evidentemente, no tengan que pagar ningún impuesto. Por lo ante esta posible barrera comercial, la solución más idónea que exige Europa es que se aplique una tasa de carbono mundial.
Por lo que gracias a la aprobación de este nuevo arancel, la Comisión Europea evitará que la industria nacional se vea afectada por la importación de productos fabricados en países con legislaciones medioambientales menos rígidas.
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